Por el exitoso camino del fútbol

El béisbol sigue en la vía de su expasión mundial siguiendo el éxito de la pasión desbordada por la Copa Mundial de Fútbol cada cuatro años.

Cada cuatro años el mundo se paraliza por el mundial de fútbol. Es innegable.

Desde los países representados en la justa, pasando por los que compitieron con algún chance durante las eliminatorias, hasta aquellos cuya tradición futbolera es escasa; todos se unen en una competencia de hermandad que supera incluso al sagrado espíritu del olimpismo.

Y no es para menos. El orgullo y entrega de los futbolistas por sus camiseta nacional no es superado. Es un reflejo contagioso de nacionalismo y trasnacionalismo que cubre el planeta, eleva el espíritu humano y traspasa las barreras de otros deportes.

Varios equipos de Grandes Ligas se han pegado a la fiebre del fútbol haciendo quinielas internas donde sus jugadores apoyan a cada equipo. Así mientras el japonés Hideki Matsui, jardinero de los Angels, apoya a su patria de corazón, su casillero muestra la bandera de Argentina.

Por otro lado el lanzador mexicano de los Brewers Yovani Gallardo, no perdió la oportunidad de seguir al instante las incidencias del empate del “Tri” ante Sudáfrica, y el lanzador venezolano de los Cubs Carlos Zambrano, hincha a muerte del Real Madrid, apoya a España y no perdió la oportunidad este fin de semana en la serie interliga entre Cubs y White Sox de conversar sobre el Mundial con su paisano Oswaldo Guillén, quien apoya a Brasil y admira el trabajo de Diego Armando Maradona al frente de la albiceleste.

Por su parte, el lema del “novato” Omar Vizquel es: “¡España para todo el mundo!”.

“A pesar de que yo no se mucho de fútbol, creo que el Mundial involucra una mayor exigencia para un profesional que el béisbol, y eso que por ejemplo, un pelotero de Grandes Ligas, se enfrenta a una temporada de 162 juegos que es muy fuerte” opina el exlanzador venezolano Wilson Álvarez.

Al preguntarle al “intocable” sobre su equipo favorito responde: “Yo le voy a Brasil”.

¿Por qué Brasil? pregunto.

“Pues no sé, será porque es el que todo el mundo menciona más como favorito” dice con su característica humildad.

“¡Yo le voy a Italia!” dice el lanzador de los Mets Johan Santana.

“Es siempre bueno apoyar al campeón y será divertido verlo. España tiene buen equipo y Argentina y Brasil siempre son buenos. Cuidado también con Portugal.” señala “el gocho” nacido y criado en la región Andina donde el fútbol es la preferencia.

Aún hay mucho que aprender del fútbol

Ante una nueva edición de la Copa Mundial de Fútbol, sabemos que el béisbol como deporte, tanto en el terreno como fuera de él, aún tiene mucho que aprender.

Desde los primeros años de la década del 2000 era ya un clamor entre las naciones beisboleras la organización de un torneo mundial de béisbol. Una verdadera Serie Mundial.

La preparación no fue fácil por el cambio que representa en las tradiciones de un deporte como el béisbol. En mas de 15 países alrededor del planeta su nivel y alcance es suficiente para este torneo.

La Serie del Caribe, la Copa Asia se hicieron insuficientes para las expectativas nacionalistas de los fanáticos. La Copa Mundial de Béisbol Amateur y los torneor Olímpicos, ambos regidos bajo la IBAF (Federación Internacional de Béisbol) estaban divorciados de las Grandes Ligas. La presencia de la élite de los jugadores mundiales era nula.

Así llegó el esperado acuerdo entre la IBAF y Major League Baseball. IBAF tuvo que permitir que el organismo norteamericano fuera el eje rector del torneo. Y no les quedó otra, pues ellos tenían los recursos, los peloteros y la infraestructura para hacerlo.

Integrar en un torneo a las grandes potencias del deporte: Estados Unidos, Cuba, Japón, Venezuela y República Dominicana junto al resto de los competidores de calibre seguro que era pintoresco y llamativo.

Pero como todo torneo insipiente hay cabos sueltos que se van atando con el tiempo. Por su jerarquía profesional se compara a la justa del fútbol, pero surgió el primer problema: el compromiso real de los jugadores con su camiseta y de los dueños de sus contratos de permitir su participación.

Simplemente estos aspectos no son parte de la cultura deportiva de los Estados Unidos.

No ha sido fácil para los dueños de los 30 equipos de Grandes Ligas aceptar que algunos de sus jugadores cuyos salarios son multimillonarios deban arriesgar su integridad física por una causa nacional. El romanticismo en la pelota no supera el aspecto comercial.

Aún es impensable para el béisbol la suspensión de la temporada regular por el Clásico Mundial. Aún los peloteros bajo contratos en Grandes Ligas consideran un “sacrificio” abandonar sus equipos para jugar para sus selecciones. Incluso algunos han perdido oportunidades en sus respectivos equipos por “abandonar” a sus clubes para vestir los colores nacionales.

Mientras Major League Baseball seleccionó “a dedo” los países participantes en el torneo, aún quedan varios países por fuera que tanto por recursos o por tradición deberían tener participación como es el caso de Nicaragua, Colombia, Brasil y España.

Un alto ejecutivo de Major League Baseball cuyo nombre me reservo conversaba conmigo durante la pasada final del Clásico Mundial 2009 en Los Angeles informalmente sobre estos temas y me explicaba sin tapujos que el gran problema era que la mayoría de los dueños de los equipos no creía en el torneo. No estaban acostumbrados a este tipo de competencia y que se hacía para más complacer a los fanáticos fuera de los Estados Unidos.

MLB entiende que en países asiáticos y europeos el torneo es un negocio de altas ganancias, mientras que en América Latina debido a las golpeadas economías y restricciones políticas las ganancias son más limitadas, aspecto que poco incentiva a los organizadores por la relación costo-beneficio.

“Cuando todos estemos en la misma página y nivel, primero que los dueños se desprendan de sus jugadores, confiados en sus pólizas de seguros para los grandes contratos, luego que los jugadores sientan esa entrega y tradición por el uniforme, que la organización sea más eficaz e incluya a todos los países beisboleros y que sobre todo los fanáticos norteamericanos entiendan el deporte como una competencia trasnacional, proyectaremos un torneo bajo los mismos esquemas que ha alcanzado la FIFA” argumentaba el personaje.

Sudáfrica 2010 marca 80 años de historia para la competición máxima del fútbol, pero las expectativas del béisbol y sus seguidores lucen más aceleradas que lo que le tardó a FIFA consolidar este torneo. En este mundo con movimientos de globalización y tecnología no habrá que esperar ni siquiera 20 años para llegar a estándares mayores en el Clásico Mundial de Béisbol.

Con tan sólo dos ediciones celebradas en un lapso de 3 años y sobradas ideas de expansión son el mejor indicio de que el cambio no es lento. Apenas con aspirar alcanzar los estándares de una Copa del Mundo de FIFA es por ahora suficiente para que los países beisboleros sueñen con un verdadero nacionalismo.

Al llegar ese momento no habrán ni colores ni deportes prestados. Por ahora, sigue siendo válido alimentar el espíritu con lo mejor del fútbol del planeta.

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