Galarraga algún día será perfecto.

Armando Galarraga sacó out a Jason Donald de los Cleveland Indians para completar un Juego Perfecto.  El umpire lo vio "safe".

Cuando el umpire Jim Joyce declaró safe la jugada que debió ser el out 27 del vigésimoprimer Juego Perfecto en la historia del béisbol de Grandes Ligas, no sólo cometió un simple error humano en su trabajo, así como lo comete cualquier persona en cualquier labor que desempeñe diariamente.

Esta decisión terminó siendo la gota que derramaba el vaso en la complicada era de Bud Selig como Comisionado del Béisbol.

Para nadie es un secreto que el venezolano Armando Galarraga logró una hazaña como pocas en la historia al retirar, en este caso particular, 28 bateadores consecutivos en un juego.

Harvey Haddix de los Piratas de Pittsburgh retiró 36 bateadores consecutivos el 26 de mayo de 1959. Lanzó perfecto hasta el inning 13 cuando por error del tercera base se embasó el bateador que finalmente terminó anotando la única carrera del juego. Dicha hazaña no es considerada como un Juego Perfecto porque el partido no acabó en 9 entradas y posteriormente tampoco se concretó como tal.

Y así episodios como el de Haddix y el de Galarraga han existido decenas de casos especiales en la historia del béisbol. Unos con dudas por decisiones y errores arbitrales, otros por modificaciones oficiales de reglas.

Incluso hazañas con dudas como el más famoso de los juegos perfectos, el de Don Larsen en la Serie Mundial de 1955. Aún se discute si el último lanzamiento de Larsen fue realmente un strike o sólo parte de la emoción del receptor Yogi Berra al atrapar la bola.

Pero lo particular del caso ocurrido esta semana en el Comerica Park de Detroit es que el mundo entero pudo observar gracias a los avances tecnológicos de la televisión, las comunicaciones satelitales y las redes informáticas, que existió un error clarísimo en una jugada común, pero que definía una de las mayores hazañas en la historia del deporte.

La jugada trascendió la barrera de los meros fanáticos del béisbol, los seguidores de los Tigres de Detroit e incluso a un país como Venezuela que con un fervor exagerado siguen y apoyan las actuaciones de sus compatriotas en el mejor nivel del deporte.

Incluso fue reverenciada la forma como el joven de 28 años manejó en asunto. Con esa calma sumisa, disfrazada de gallardía, de los latinoamericanos en los Estados Unidos que no se atreven a retar el status quo, la permanencia del sistema.

Este caso llegó a los sectores políticos de los Estados Unidos, recorrió el mundo buscando opiniones, capturando la atención sobre un tema muy común, sirviendo como ejemplo en esta era: La justicia.

La antipopularidad de la autoridad.

Como todo sistema organizado, las Grandes Ligas tienen una cabeza en Bud Selig. El hombre que se encarga de hacer cumplir las reglas basado en los ¨mejores intereses del juego¨.

Selig tenía en sus manos el momentum para cambiar la historia, para aumentar su simpatía y popularidad ante tantos y tantos episodios que han desagradado a los fanáticos desde que asumió el cargo como mandamás de las mayores en 1992.

Una vez más...la cagó.

Para muchos ha marcado un lugar en la historia como el hombre que reorganizó las divisiones, modernizó el esquema de postemporada introduciendo el comodín, organizó los juegos interligas, regularizó el consumo de esteroides y elevó la industria del béisbol a niveles de popularidad nunca antes experimentadas generando ganancias multimillonarias para los dueños de las 30 franquicias.

Selig es un hombre de negocios. Un capitalista innato cuyo interés máximo es el constante incremento en los bolsillos de los dueños y accionistas de equipos. Esa rígida línea va acompañada de un manto de integridad, rectitud y tradicionalismo conservador que parece inquebrantable.

Sin embargo en la segunda década del siglo 21 estos paradigmas ya rayan en lo ridículo, así como todo sistema autoritario donde sólo la voluntad de una persona marca la decisión final.

En una época donde el pluralismo, la diversidad y el libre albedrío se vuelven universales ante cualquier barrera y ley gracias a las tecnología, el intercambio de ideas y el flujo de información, aún quedan retrógrados por conveniencia que pisan lo que muchos entendemos como justicia.

Simplemete justicia es darle a cada quien lo que se merece. Galarraga merece su lugar en la historia del béisbol. No sólo en la mente del mundo entero.

Así Selig por sus propios intereses, muchas veces oscuros, intentó eliminar a los Twins de Minnesota en una oportunidad, sacó de Montreal a los Expos para establecer un mejor negocio en Washington.

A pesar de su ortodoxia, decidió acabar con un Juego de Estrellas en un empate por no permitir mayor cansancio para los jugadores tratando el juego como una exhibición y posteriormente dándole tanta seriedad como para definir la ventaja de localía en la Serie Mundial.

Además se ha negado a reinstaurar a Pete Rose al universo del béisbol para devolverle su elegibilidad al Salón de la Fama, mientras se hacía el ciego, sordo y mudo ante el consumo de esteroides durante los 90´s y parte de los 2000´s, para después establecer un mega rígido control de sustancias.

Estimuló la creación del Clásico Mundial de Béisbol aunque sin darle el espaldarazo oficial para que los jugadores deban de cumplir seriamente con sus selecciones, dándole prioridad a sus respectivos equipos sobre las organizaciones de cada país.

Y finalmente tras años de discusión cedió a pemitir el uso de repeticiones de televisión para disputar decisiones arbitrales en casos de cuadrangulares; lo que supone que para unas cosas se puede cuestionar un error y en otros no.

La doble moral de Selig es similar a la de los autoritaristas.

Es innegable que muchas de las acciones impulsadas por el personaje hayan llevado al béisbol a niveles nunca antes experimentados en cuando a desarrollo, ganancias y estabilidad como deporte profesional, pero la historia coronará al señor Selig como el Comisionado más antipolular en la historia del deporte de los Estados Unidos. Eso no tiene discusión.

Mientras millones de personas que diariamente pueden ver una foto o el video en la palma de su mano y hacen click para comunicarse, este hombre se resiste al paso de la tecnología y sus premisas innovadoras sólo se ponen en práctica para aumentar capitales.


Revertir la decisión

Selig no revirtió la decisión del umpire Joyce para no marcar un precedente aduciendo que el elemento humano es parte del béisbol y así debe ser. Pero olvida también que el elemento humano es imperfecto, lo cual puede generar injusticias.

En este caso, la injusticia moldeó la imperfección en una actuación que muy pocos han alcanzado, como humanos al fin: la perfección.

En 14 años de carrera como periodista nunca había percibido una mayor tendencia de opinión pública sobre alguna decisión en el béisbol. La inmensa mayoría que reclama justicia para el caso del lanzador Armando Galarraga. Es la primera vez en la historia que todos los involucrados afirman un error, comenzando por el umpire, el bateador y hasta el mánager del equipo contrario.

Una encuesta del Diario USA Today reveló que 64% cree que MLB debe revertir la decisión del umpire. Las encuestas de ESPN reflejan un 80% a favor de la reversión y la expansión de la repetición instantánea.

Aquí no debe existir ningún precedente. Es un caso único donde debe hacerse justicia. Revertir la jugada, otorgar un juego perfecto, redimir un error humano y expandir el uso de la repetición a cualquier jugada.

Es un cliché, pero...¡es un clamor popular!

En mi opinión la repetición debe utilizarse en todas las instancias menos en la discusión de bolas y strikes. Sin embargo no descarto que dentro de algunos años, una máquina creada por el hombre tenga la capacidad de apreciar mejor la zona de strike y llegue a suplantar a un ser humano. Eso está por verse. Pero al menos no me cierro a la innovación y menos en un mundo tan cambiante.

El béisbol se debe a sus fanáticos y esos de hoy en día ya no son los mismos de los años de Ruth, DiMaggio, Maris o Reggie Jackson. Ni siquiera los de los años de Cal Ripken. Hoy son los fanáticos de un Tim Lincecum, un Félix Hernández, un Armando Galarraga, un nuevo Yankee Stadium, el fantasy baseball, el béisbol por twitter, you tube, el live streaming, googlear, bloguear y wikipediar algo.

El béisbol sigue siendo perfecto. Imperfecto son aquellos que lo practican y consumen. La perfección de Galarraga algún día será reconocida. Quizás no por Selig, pero algún día la historia lo redimirá. Es la naturaleza del juego. Algún día Galarraga será perfecto con todas las de la ley.

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