¡Si no está roto…no lo arregles!

Un comité especial estudia un reacomodo divisional como solución para acortar las diferencias abismales en las ganancias entre equipos grandes y pequeños, pero sin sacrificar las arcas de los que más ganan.

Durante el receso invernal el Comisionado de las Grandes Ligas, Bud Selig, armó un “comité especial para asuntos del terreno de juego”. Un cónclave de 14 hombres de alto calibre, conformado por altos ejecutivos, dueños de equipos, mánagers, exjugadores y escritores, cuya responsabilidad es realizar una tormenta de ideas para estudiar estrategias que renueven y adapten la pelota a nuevos tiempos.

Selig le dijo al comité que en el béisbol no habían “vacas sagradas”, con referencia a que su agenda de discusión podría ser lo suficientemente amplia para proponer cambios en cualquier ámbito y reglas.

Un mandato tan abierto podría traer cambios tan radicales que le cambien la cara por completo al mundo del béisbol, buscando corregir defectos que para muchos existen y para otros no.

Hay una regla que dice “si no está roto, no lo arregles”.

Las Grandes Ligas han aumentado sus ganancias progresivamente en los últimos 15 años lo que supone que el negocio está bien. Sin embargo, la disparidad económica persiste. Mientras los equipos en mercados grandes pueden invertir más de 100 millones de dólares en una nómina anual; aquellos en mercados pequeños luchan por mantener su competitividad con creatividad; y aunque se consigan éxitos esporádicos, estos no son sostenibles.

Esta semana se prendió la discusión tras los rumores que dejó escapar el colega Tom Verducci de la revista Sports Illustrated sobre la discusión del comité sobre una posible reorganización divisional en las mayores. El debate se centró en posibles “divisiones flotantes”; es decir, grupos de equipos que jueguen con mayor frecuencia entre ellos y que varíen de año a año.

Explicaré el tema de manera fácil. Todos los equipos pequeños se benefician cuando juegan con uno grande en el sentido que obtienen mayores ganancias económicas, pero no competitivas. Baltimore y Tampa Bay, por ejemplo, reciben mayores ganacias por jugar contra los Yankees y Red Sox más veces por estar en la división este de la Liga Americana. Sin embargo, es difícil para estos clubes competir consistentemente por un pase a la postemporada con la diferencia en nóminas entre uno y otros.

La idea se basa en intercambiar puestos entre divisiones para darle chances de clasificar a unos equipos al mismo tiempo de proporcionar mayores ganancias a otros que no las tienen. De manera que Kansas City y Cleveland pudieran jugar en el este y aumentar sus ganancias con más partidos ante los Yankees y Boston, en temporadas de supuesta reestructuración; mientras que Baltimore y Tampa Bay competirían en mejor y mayor proporción con Chicago, Minnesota y Detroit por la clasificación a postemporada en la división central.

Verducci explica que bajo la propuesta, los equipos no estarían asignados a una división fija, más bien pudieran cambiar de divisiones de temporada en temporada bajo las premisas geográficas, de nómina de pago y competitividad. Los equipos en una misma división no pudieran estar alejados entre ellos por más de dos zonas horarias.

El Comisionado Bud Selig escucha atento todas las ideas en la mesa con el fin de reinventar el béisbol como negocio y espectáculo, mientras el deporte atraviesa la mejor etapa en su historia tanto competitiva como financieramente.
Opiniones diversas

No se hicieron esperar los detractores.

Unos señalan que el problema del desbalance económico son los Yankees y los Red Sox. Al no existir un tope salarial para los jugadores como regla, estos equipos pueden gastar agresivamente en agentes libres e inflar el mercado progresivamente, dejando a los demás equipos pequeños a merced de sus sistemas de granjas. Bajo la nueva propuesta, los equipos grandes continuarían llenando sus arcas, mientras que los pequeños lucharían año a año para repartirse un poco más o menos de la torta restante.

Mike Dodd, del USA Today opina en su Daily Pitch que “Una reubicación en las Grandes Ligas es un acto diabólico”. El columnista compara el modelo con los sistemas de ascensos y descensos del fútbol, los cuales históricamente han sido rechazados en los deportes americanos. “Sería como la Liga Premier Inglesa, donde los peores equipos de la mejor división caen a una secundaria, mientras que los mejores de la división B, ascienden al grupo elitesco” explica.

Mike Bauman, columnista de MLB.com señala que un oficial de Major League Baseball señaló que sería imposible adoptar esta propuesta, pero “el comité está dispuesto a discutirlo y el debate público del tema podría conllevar a decisiones radicales que ataquen el problema del desbalance económico de raíz”.

Matt Polloni, reportero para el Bleacher Report, se atreve a hacer una contrapropuesta: “Si el comité de las mentes brillantes del béisbol se atreve a discutir un tema como este, que véase por donde se vea es una porquería, ¿Por qué no mostrar propuestas más radicales?”.

En su idea se eliminan las Ligas y Divisiones, y los equipos jugarían series entre ellos de 5 juegos para completar 145 juegos en la temporada, mientras que la recta final serían series más cortas entre rivales acérrimos o cercanos. Los primeros 8 equipos con mejor marca clasificarían a una postemporada que se defina bien sea con series entre equipos o con un “todos contra todos” hasta llegar a la Serie Mundial.

Rob Neyer de ESPN opina que “una idea radical no es incorrecta, solamente por ser radical”. Sin embargo apunta también que de producirse cambios en la distribución divisional, estos serán aprobados por Bud selig sólo si estos generarán mayores ganancias para los dueños de los equipos.

“Para acabar con el problema sólo hay que dividir a los Yankees y a los Red Sox entre los demás equipos” opina John Romano del St. Petersburg times. Wow…eso es aún más radical que lo que los cerebros del béisbol opinan y creo que definitivamente no es la opción.

Problema global

Selig se considera un purista del béisbol y comprometido con la historia, aunque durante su mandato se hayan producido cambios radicales como dos expansiones, reordenamiento divisional, cambios de equipos de una liga a la otra, restructuración de la postemporada, juegos interligas y redefinición del Juego de Estrellas. Aunque la mayoría de estos cambios han sido exitosos desde el punto de vista del negocio del béisbol, aún persisten las fuertes críticas por las marcadas diferencias entre los llamados equipos grandes y chicos.

Pero en todas las ligas del mundo hay equipos grandes y equipos chicos. Haga lo que se haga y con las regulaciones que se tengan, siempre habrán estas diferencias. Es inevitable y no reconocerlo es tratar de buscarle cinco patas al gato.

Desde sistemas de ascenso como el fútbol español, hay equipos como Real Madrid y Barcelona que están muy por encima de los demás que se mantienen en la primera división; pasando por la NBA, donde los Lakers y Celtics siempre tendrán mejores expectativas y carteras que los Clippers (aún en el mismo mercado) y los New Orleans Hornets; hasta las propias ligas latinoamericanas, donde siempre habrá un Boca Juniors, un River, un Flamingo, un Magallanes, un Tigres del Licey, Águilas del América o Diablos Rojos del México.

Incluso en ligas con tope salarial como la MLS, donde siempre habrá más expectativas con el Galaxy de Los Angeles sobre el Real Salt Lake, aunque estos son los actuales campeones. Incluso en ligas incipientes, los Caimanes de Barranquilla son un equipo grande sobre los Leones de Montería, en la pelota colombiana, por ejemplo.

La idea de las divisiones flotantes no es totalmente factible por razones geográficas, pues beneficia a los equipos en ciudades del centro de los Estados Unidos. Personalmente opino que es un reto para cada equipo luchar con los escenarios en los cuales se encuentran. El hecho de que un equipo como los Mets con la segunda nómina más alta en 2009 terminara con marca negativa, y un club como Minnesota haya clasificado a la postemporada, es la muestra de cómo las circunstancias pueden jugar para ambos lados.

El tope salarial y la reducción de la línea del impuesto al lujo (que deben pagar los equipos que superen cierta cantidad en nómina anual en la MLB) podría ser una solución para probar y estimular la creatividad de los gerentes de los equipos grandes. Quizás el béisbol no esté tan grave como se piensa.

De nuevo, lo que no está roto no vale la pena arreglarlo.

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