Vuelo directo hacia Miami
Los equipos saltaron al terreno de juego, pero las tribunas no se llenaron. Sólo unas dos mil personas llegaron buscando ese pedacito de su tierra que tantos recuerdos trae y no es fácil encontrar.
"Era un juego impelable para nostros. Yo tengo más de 4 años sin ir a Maracaibo y las Águilas son parte de mi vida. Vine a este país como muchos a buscar nuevas oportunidades y los sacrificios son grandes. Ver a mi equipo acá es buenisimo" dice Alvarito Castillo un maracucho bien típico que alegra con su presencia el parque de pelota.
La bandera venezolana ondea en el jardín central junto a la de los Estados Unidos. Es un juego distinto que busca agrupar lo mejor de ambos mundos. El sabor de la pelota venezolana con el ruido de sus tribunas, la pasión de sus fanáticos, el sabor de su cerveza, la típica comida de sus parques, su música, la garra de sus jugadores en el campo con el orden y seguridad de los Estados Unidos, las impecables condiciones de sus instalaciones deportivas y por supuesto, sus precios en dólares.
Opiniones encontradas
Jorge Miquilena es el carga bate de las Águilas del Zulia. Sus impresiones dan un contrapeso. "Ojalá tuvieramos unas instalaciones así allá. Este estadio está abandonado pero está en muy buenas condiciones" opina.
Pero los peloteros obviamente piensan lo contrario. "El outfield es un hormiguero. Quien esté cubriendo el jardín izquierdo y central se lo van a comer las hormigas" dice Juan Pablo Camacho.
"Se ve que trataron de arreglarlo pero todavía le falta" piensa el mánager Eduardo Pérez.
"Ojalá la gente entienda el esfuerzo que representa traer a los equipos acá" comenta Luis Rodolfo Machado, gerente general de los emplumados. "Estamos aprendiendo a hacer estas cosas, es un experimento que va poco a poco y vamos a ver como nos va para evaluar si podemos traer de nuevo a los equipos con la idea de expandir nuestra fanaticada y expandir la calidad de nuestra liga como espectáculo" agrega.
La idea fue recrear el ambiente de la pelota venezolana pero en esta oportunidad quedaron cortos. La organización dejó algunos cables sueltos. El béisbol del Caribe tiene un ritmo específico con sus ritos musicales, la ceremonia previa, la presentación de los equipos, etc. Hoy ese ritmo que los fanáticos venían a buscar se dio a medias. Pero como en todo experimento hay etapas para mejorar.
Hubo quejas por los costos de los boletos. El poder adquisitivo de los inmigrantes hispanos en los Estados Unidos es un terreno muy frágil. Cualquier evento de este tipo corre un riesgo.
"Le faltó promoción al partido, en general la gente estaba preguntando constantemente desde hace semanas si el evento se daría, hubo cierta promoción pero faltó. Con tantas actividades en Miami los equipos deben estimular muy bien a la gente para ir. Aunque la nostalgia es un punto fuerte no basta en estos tiempos. El fanático del béisbol quiere más y ojalá sea un punto de partida para futuras actividades de este tipo" opinó Renato Bermúdez, comentarista local de ESPN Deportes Radio.
José Manuel García y Joan Urdaneta, coordinador de transmisiones de televisión y narrador del club zuliano coincidieron en que también hubo fallas en la promoción del evento en el lado venezolano. "Se promocionó el evento quizás de forma acelerada y estamos aprendiendo de esto para el futuro" concuerdan ambos.
No es el primer experimento de este tipo en los Estados Unidos. En 1993 los Charros de Jalisco se midieron a los Industriales de Monterrey en el Astrodome de Houston. En el 2007 el Petco Park recibió a los Diablos Rojos del México y a los Potros de Tijuana. En ambos casos el respaldo de la comunidad mexicana beisbolera, aunque escaso, fue aceptable.
Cardenales de Lara nunca había salido de Venezuela a menos que no fuera para Series del Caribe. De hecho fue su segunda visita a Miami pues habían ya representado a Venezuela en el clásico de febrero en estas tierras a principios de los 90.
Pero entre el Zulia este juego hizo recordar la primera experiencia. En la temporada 1987-1988, Zulia se montó en un vuelo con los Leones del Caracas rumbo a Curazao. Ambos equipos jugaron una exhibición en la mayor Antilla Holandesa. En la cueva de las Águilas aún se recuerda el episodio.
"Yo estaba sentado y el coach Pompeyo Davalillo me dijo toma el bate que vas de emergente" dice el actual coach de banca Heberto Andrade. "Salí en ese juego en Curazao como emergente en la novena entrada ante el lanzador Jay Baller del Caracas y conecté el hit para la victoria".
Andrade, quien jugó en el sistema de ligas menores de los Cachorros de Chicago y tuvo experiencia en la Liga Italiana como receptor recuerda con mucho cariño el episodio en Curazao. "Era un parque de fútbol con grama artifical que habían adaptado para el béisbol. La gente respondió bien" afirma.
Heberto dice que Baller, después de eso no le habló más por mucho tiempo, hasta que el ex landador de los Phillies fue su compañero en el Zulia. "No se que pretendía que hiciera...¡como que quería que me ponchara!" rememora el hoy técnico de la organización de los Piratas de Pittsburgh.
Hoy es un juego distinto al de Curazao. Las ganas están, los equipos, las instalaciones, la tradición y hasta Heberto Andrade. La fórmula es buena. Sólo hay que saberla mezclar.
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