Unos que vienen y otros que no quieren


Llegar a los Estados Unidos y adaptarse a un nuevo estilo de vida no es fácil. Se los digo por experiencia propia. Como todo cambio drástico en la vida, se necesita de un tiempo para digerir una nueva rutina, nueva gente alrededor, nuevas costumbres y un nuevo ambiente en general. En el béisbol, los atletas experimentan los mismos cambios cuando vienen a este país. Quienes vivimos este deporte conocemos interminables historias de muchachos cuando llegan a las ligas menores desde sus países de origen sin ni siquiera hablar inglés, unas dan risa, otras llegan a dar vergüenza. Lo cierto es que son muchos los esfuerzos que los jugadores hacen para mantenerse activos en el complicado sistema del Béisbol de las Grandes Ligas.

A unos de les hace más fácil que a otros. Creo que no me equivoco al decir que quienes más sufren su adaptación son los cubanos y los japoneses.

Para los antillanos el cambio es abismal. A pesar de que quienes llegan a firmar con organizaciones americanas han tenido experiencias en torneos internacionales con equipos cubanos, pasar de ganar 20 dólares mensuales a cientos de miles de dólares, incluso millones, es difícil de asimilar. Hace un par de años José Contreras, lanzador cubano de los White Sox me dijo: “Yo siempre soñé con jugar en las mayores y anhelé jugar con los Yankees, ahora que se me cumplió mi sueño y mi meta, y he asegurado suficiente dinero para el resto de mi vida, me queda aún un profundo dolor por lo que dejé atrás y por la impotencia de no poder hacer más para ayudar a mi gente”.

¿Pero afecta esto el rendimiento en el terreno?

“Claro” me respondió. “Todo el que ha jugado béisbol alguna vez sabe que cuando entras al terreno tu mente queda en blanco y sólo se piensa en el juego. Pero si algo sale como no quieres, que es normal en el juego, tus preocupaciones regresan inmediatamente”, explica Contreras. “Sin embargo como peloteros hacemos nuestro mejor esfuerzo para mantener el enfoque porque somos profesionales al fin y al cabo, y esto es lo que debemos hacer para mantenernos en este nivel, pero sobre todo al principio es muy difícil sólo salir a lanzar sin saber ni dominar lo que te rodea”.

Recientemente los White Sox pasan por las mismas situaciones con el cubano Alexei Ramírez, quien con la ayuda de su compatriota Contreras trabaja para adaptarse a su nueva vida. El coach de tercera base Joey Cora dijo recientemente sobre el proceso de Ramírez: “Estos cubanos vienen acá a trabajar porque no les gusta hacer el ridículo. Podrán haberse ido de Cuba, pero traen a Cuba por dentro y quieren que su pueblo esté orgulloso de ellos. Es algo que los motiva”.

Las organizaciones de Grandes Ligas entienden estos altibajos de adaptación y ven a sus jugadores como “inversiones a largo plazo”. Por eso es normal no perder la calma ni la paciencia con jugadores bajo estas circunstancias. Poco a poco el talento que les hizo conseguir un contrato multimillonario saldrá a florecer, si la salud así lo permite.

Una negociación sin precedentes en el béisbol fue la compra de la “ficha” o los “derechos” de Daisuke Matsuzaka por parte de los Boston Red Sox a los Leones de Seibu en la Liga Japonesa. Boston pagó $51.1 millones de dólares al equipo por el traspaso del jugador. Cuando los japoneses aceptaron, Matsuzaka quedó libre para negociar su contrato solamente con los Boston Red Sox, quienes finalmente acordaron por $52 millones por 6 temporadas.

Dice-K, como es bien conocido en la región de Nueva Inglaterra, acumuló 106 victorias, incluyendo 72 juegos completos, por 60 reveses en 8 temporadas en el circuito japonés, su efectividad la dejó en 2.95 y abanicó 1355 contrarios en 1402 entradas. Sumado a esto fue el jugador más valioso del 1er. Clásico Mundial de Béisbol y obviamente uno de los artífices de la victoria de su país en la contienda. Todas estas razones se acumularon para presagiar que su actuación, experiencia y su extenso repertorio de 6 lanzamientos pudieran ponerse en práctica en las mayores a favor de los Boston Red Sox.

Pero muchos llegan a dudar de que sea una súper estrella en este nivel para la cantidad de dinero involucrada en su transacción, olvidando los factores fuera del terreno. Esta semana un reportero del Boston Herald afirma “a pesar de que en esta temporada tenga marca de 3-0 su última actuación (victoria vs. NYY el domingo 13 de abril) fue inconsistente tomando en cuenta que utilizó 116 lanzamientos en sólo 5 entradas para mantener al margen a los Yankees”. Y claro, me parece exagerado no tomar en cuenta que aún un ser humano que pueda lanzar con dominio 6 lanzamientos y mantener una velocidad en sus envíos alrededor de las 95 millas, pueda aún ser criticado por la forma como hace su trabajo.

Matsuzaka en su primera temporada ganó 15 y perdió 12 con efectividad de 4.40. De las 12 derrotas, 9 fueron por un margen de 1 o 2 carreras, lo que demuestra que un lanzador no controla todas las situaciones del juego. Además le dio a los Red Sox 204 entradas de labor donde abanicó a 201 bateadores. Más allá de eso, ganó 2 y perdió 1 en la postemporada, e incluso conectó un sencillo remolcador de 2 carreras en el tercer juego de la Serie Mundial.

Todo esto dentro de su “período de adaptación”. Quizás lo único que no se ha adaptado es su efectividad a niveles tan bajos como los lanzadores más dominantes en las mayores (por debajo de 2.00 puntos), pero al final lanza consistentemente, domina, gana y su equipo gana. ¿Qué más se le puede pedir?

No me quedan dudas que el japonés está cumpliendo con las expectativas reales del béisbol y las cosas no pueden marchar mejor para su equipo tras ganar la Serie Mundial. Un factor que ha contribuido enormemente a su éxito fue la contratación de Hideki Okajima, quien ha servido como la solución al relevo intermedio de Terry Francona, pero además como el catalizador y soporte de la familiarización de ambos al sistema americano. Un éxito doble. Boston lo sabía y por eso la importancia de traer a un segundo japonés a club.

Pero en este juego se ve de todo. Mientras unos escapan de una isla comunista en balsa arriesgando su vida por jugar en este nivel y otros le dan la vuelta al mundo para aprender costumbres totalmente nuevas y probarse a sí mismos que pueden dominar en cualquier parte del planeta, hay otros que parece no llamarles la atención la condición de “inmigrante del béisbol”.

Esta semana el jugador del cuadro de 34 años Norihiro Nakamura, de los Chunichi Dragons, le fue otorgada por segunda vez en su carrera la agencia libre en Japón, lo cual le permite firmar con cualquier club de Grandes Ligas. En el 2002, Nakamura rechazó una oferta de los Mets y tras su declaración de permanencia en Japón, el club decidió darle un aumento de sueldo. “No estoy interesado en jugar para nadie más” dijo.

Tras la partida de Matsuzaka, la Liga Japonesa volvió a sufrir el vacío de la pérdida de su gran figura del montículo Los fanáticos, aunque no muy contentos, han venido acostumbrándose a esta circunstancia tras la partida de Hideo Nomo en 1995, pero nuevas estrellas han surgido. Con más y mejores jugadores asiáticos cotizados en la pelota las miradas de los buscatalentos están detrás del próximo Dice-K.

Y ya tiene nombre y apellido: Yu Darvish.

De padre iraní y madre japonesa, Darvish, con 21 años, es la nueva estrella de la pelota nipona. Milita para los Hokkaido Nippon Ham Fighters y está en su cuarta temporada con el equipo grande. La pasada campaña terminó con récord de 15-5, efectividad de 1.82, 12 juegos completos. Su recta marca constantemente las 97 millas y su slider se mantiene en 91 millas. Su repertorio incluye, curva, cambio y sinker. Además, tal y como Matsuzaka, mantiene la intriga sobre su “gyroball”.

Equipos como los Mets, Angels y Braves se han mostrado interesados en sus servicios y en la negociación de su ficha. Muchos afirman que su pase podría estar alrededor de los $75 millones de dólares. El problema es que el chico parece no estar interesado en emigrar a los Estados Unidos. Con un salario superior a los 2 millones de dólares, en el medio de una relación sentimental con una de las actrices más famosas del Japón y con millonarios contratos de publicidad, Darvish parece demostrar que no es tan malo ser “cabeza de ratón” a diferencia de la “cola del león” que podría ser en las mayores.

En una entrevista reciente Darvish declaró sobre un posible pase a las Grandes Ligas: “Yo ni siquiera sigo el béisbol de América, sólo lo pasan por satélite y en mi casa tengo cable. Sólo veo la pelota de Japón”. “No tengo interés alguno de irme de acá, quiero jugar sólo con este equipo (los Fighters)”. De hecho, acaba de renunciar a su ciudadanía iraní para poder jugar con la selección japonesa en las Olimpiadas de Beijing este verano.

Pero su equipo tiene la última palabra. Un ejecutivo del club declaró: “apreciamos mucho su fidelidad con nuestra organización y queremos que pase su carrera acá, pero el futuro determinará los mejores movimientos para nuestra organización”, dejando abierta la posibilidad de negociar al lanzador por la jugosa cantidad para la gran carpa.

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