El béisbol en la Capital de ayer y hoy
La semana pasada abrió sus puertas el nuevo hogar de los Washington Nationals, Nationals Park, con un costo de más de $660 millones de dólares.
Tras su llegada a esta ciudad en 2005, los Nationals, antes Expos de Montreal, han buscado consolidar una base de fanáticos en la capital de los Estados Unidos que sea superior al poco apoyo que tenían en el Canadá francés. Major League Baseball se ocupó de la administración de este equipo durante dos años hasta conseguir un comprador. En Mayo del 2006, los Nationals fueron vendidos a un grupo de inversionistas encabezados por Ted Lerner, un magnate del desarrollo de bienes y raíces en Washington, a un costo de $450 millones de dólares, de los cuales 611 fueron el costo de la obra y el resto ha sido inversión de la familia Lerner en la “decoración y ambientación” del parque.
Hoy uno de los sueños de esta renovada franquicia se hace realidad con un nuevo parque impulsado por la misma alcaldía de la ciudad y Major League Baseball.
Sin embargo me pregunto ¿Hasta dónde llegará el éxito de esta inversión de incontables billetes verdes? Me pregunto si la familia Lerner tiene algo en común con la familia Griffith, quienes manejaron a los Washington Senators por más de 60 años. Me pregunto si esta época del béisbol en Washington será duradera o llegará algún día otra mudanza, como la de los Senators a Minnesota (para convertirse en los Twins) en 1960.
Washington bajo el mando del legendario manager Bucky Harris, ganó su única Serie Mundial en 1924. Ahora, ¿Podrá este equipo repetir la hazaña algún día? ¿Al menos tienen una verdadera intención? ¿Qué diferencia tiene el Washington de hoy al de los originales Senators?
Para entender mejor la historia había que llamar a Cuba, donde aún vive quien llamaron “El Guajiro de Laberinto” o simplemente “El Premier”, Conrado Marrero, catalogado como uno de los mejores lanzadores cubanos de la pelota cubana y uno de tantoc cubanos que pasaron por la oficina de Clark Griffith para firmar con sus Washington Senators. Marrero llegó a sus 38 años a Washington y jugó 5 temporadas (1950-1954) siempre como abridor. Incluso fue seleccionado al Juego de las Estrellas de 1951.
Hoy a sus 96 años vive con su nieto Rogelio, quien lo mantiene al tanto de lo que pasa en el béisbol. Su lucidez es simplemente increíble.
“Yo llegué a las Grandes Ligas después de brillar con el Almendares y los Havana Cubans de la Liga de la Florida, y Clark Griffith me buscó para firmarme a pesar de que muchos le decían que ya yo estaba viejo para el béisbol, yo tenía 37 años. Pero el sabía la calidad de los peloteros cubanos, sabía del empeño que le poníamos en el terreno, de nuestro talento y nuestro conocimiento del juego, y finalmente me firmó para los Senadores”
¿Qué recuerda de su llegada a Washington?
“Bueno yo no hablaba inglés, así que mi compañero de equipo Roberto Ortiz me llevó con el manager Bucky Harris y le preguntó si yo era abridor o relevista. Yo le dije que era abridor pero que estaba dispuesto a ayudar como sea. Harris me dijo que había escuchado mucho de mí y que me colocaría como abridor, pero que el estaba en una posición muy difícil porque no tenía buenos relevistas, así que yo tenía que estar preparado para lanzar hasta no poder más porque prefería tenerme a mi que traer a uno de los relevistas del equipo. De tal forma, que a veces yo tenía 6 o 7 carreras encima y todavía no me sacaba.”
¿O sea que el equipo era malo?
“Bueno éramos de mitad de tabla de posiciones y teníamos jugadores muy buenos como Mickey Vernon y Eddie Yost. Además habíamos muchos cubanos como Roberto Ortiz, Sandalio Consuegra, Patato Pascual y Julio Moreno. Creo que éramos el equipo con más latinos en las Grandes Ligas en ese momento y todos éramos cubanos. Todo eso fue gracias al scout Joe Cambria, a quien le decíamos Papa Joe, porque el era quien le recomendaba los cubanos a Griffith, era como un padre para nosotros.”
Cambria fue un Italo-americano contratado por Griffith como buscatalentos para Latinoamérica con los Senators. En su carrera firmó alrededor de 400 jugadores. Efectivamente Joe Cambria pensaba que la calidad de los cubanos, y de otros latinos, podría causar impacto en un equipo de Grandes Ligas impulsando a Griffith a firmarlos. Sin embargo era una política de doble cara pues las firmas cubanas eran más baratas por peloteros de calidad y esto era parte del plan de Griffith, quien después de 1934 se convirtió públicamente en el dueño más tacaño del béisbol, incluso vendiendo a su propio yerno, el primera base Joe Cronin, a Boston cuando este se convirtió en una estrella en la Liga Americana.
A partir de 1934, el comportamiento de la fanaticada de Washington fue de total rechazo hacia Griffith tras el desmantelamiento del equipo campeón de la Liga Americana en 1933.
Don Conrado, Washington inaugura un nuevo parque de pelota ¿Qué recuerdos tiene de la ciudad y como eran tratados ustedes?
“Bueno imagínate, a nosotros el equipo nos trataba con todos los lujos y la familia Griffith nos trataba como si todos fuéramos parte de ellos. El Griffith Stadium era considerado una institución en las Grandes Ligas porque era un parque de principios de siglo, pero el problema era la gente. Los fanáticos de Washington eran muy apáticos, quizás estaban cansados de la actitud de los dueños.”
En 1953, subió a las mayores el cuarto jugador venezolano y el segundo con los Senators, Pompeyo Davalillo. Marrero recuerda: “Cuando Davalillo subió en 1953, el manager Bucky Harris me lo encomendó. Fue mi compañero de cuarto. Era muy joven y recuerdo con mucho cariño su tiempo con nosotros. Recuerdo que cuando fuimos la primera vez a Nueva York en tren y salimos de la Pennsylvania Station, Davalillo se puso como loco mirando los edificios, imagínate, nunca había visto nada de eso y gritaba: Veeerga, Cooooño…estos si son edificios nojoda…y nosotros nos moríamos de la risa.”
Así que le pregunté al mismo Pompeyo Davalillo sobre el tema para escuchar su versión: “Claro que fue verdad, yo estaba muy feliz cuando me subieron a Grandes Ligas apenas un años después que firmé al profesional. Yo llegué a las mayores en el momento más difícil, cuando todo estaba en contra de los peloteros latinos, pero en Washington teníamos a Joe Cambria quien nos ayudaba mucho y creía en nosotros”.
Pompeyo, casi a sus 80 años, también nos da su opinión sobre el Washington de aquellos tiempos: “Poca gente apoyaba el equipo porque no teníamos grandes figuras y era muy difícil clasificar. En ese tiempo no había divisiones, así que se tenía que ganar la Liga Americana para ir a la Serie Mundial y ya. Los equipos de la Liga Americana nos matábamos en un todos contra todos durante todo el año y los equipos más grandes y con más dinero tenían jugadores superiores. Peleábamos con Boston, los Yankees, Cleveland, no era nada fácil.”
Yo-Yo Davillo, como fue llamado por el locutor interno del Griffith Stadium para anunciarlo al bate, promedió .293 en sus 19 juegos con los Senators (56-17). “En mi primer juego como abridor en el campo corto llegué a tercera y estaba lanzando Bob Feller por Cleveland y me le robé el home, quizás ese es mi mejor recuerdo con los Senadores, aunque causé una muy buena impresión porque al final de la temporada me adelantaron el contrato para el año siguiente.” asegura el manager campeón en Venezuela con Caracas y Zulia.
Sin embargo esa próxima oportunidad nunca llegó. “Cuando llegué a Venezuela jugué en el torneo rotatorio (Gavilanes, Pastora, Caracas y Magallanes) y nos fuimos a jugar en Cabimas porque la gente me quería ver en mi pueblo después de llegar a Grandes Ligas y fue cuando me fracturé la rótula y el tobillo y pasé como 8 meses con un yeso. Después de eso mi salud nunca fue la misma en el terreno. Mi carrera se fue prácticamente por esa lesión” recuerda con nostalgia.
Le consulté a ambos ex – senadores como comparan esta nueva etapa del béisbol en Washington con la de ellos. Marrero opina que ojalá y puedan armar un equipo que sea exitoso porque desde los tiempos de Walter Jonson, el gran lanzador de esta franquicia y uno de los mejores en la historia, este equipo no tiene serias intenciones de llegar a una Serie Mundial. Pompeyo cree que si el fanático apoya al equipo y al nuevo parque y eso le deja más dinero al equipo para poder firmar peloteros de calidad los Nationals podrían ser un equipo competitivo en el futuro.
La iniciativa de un nuevo parque es un acto de borrón y cuenta nueva a la historia del béisbol en la capital americana post-1934. Esta organización generará dinero en cantidad con esta nueva inversión y a partir de 2009 se podría ver un cambio tangible en la contratación de jugadores que ayuden a club a corto plazo a competir en la difícil división Este de la Liga Nacional. Sólo falta que el fantasma de Clark Griffith no incida en el nuevo dueño Ted Lerner, en lo económico, y que si de algo le afecte sea en la oportunidad y las puertas que le abrió a los jugadores latinoamericanos en la época más difícil. Un buena señal ha sido la continuidad de Manny Acta al frente del club. Al menos hoy, el béisbol en la capital goza de buena salud por primera vez en casi 80 años.
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