La casa que Jeter construyó

El nuevo Yankee Stadium es simplemente majestuoso, pero aún necesita tiempo para que toda la tradición del club se aloje dentro de sus paredes. Quizás unos costos más accesibles aceleren el proceso.

Es el final del verano en los Estados Unidos y no hay mejor visita que se pueda hacer en el béisbol que un viaje al nuevo Yankee Stadium. Sobre todo para ver al equipo más caliente del béisbol.

Es un juego a la 1:00 de la tarde y el sol de 30 grados pica en la ciudad de Nueva York. Un río de cientos de miles de personas sale del tren cuando las puertas se abren en la estación de la calle 161 con River Avenue en el Bronx.

Al bajar las escaleras el ambiente les da una cachetada de historia: el nuevo e imponente Yankee Stadium y su antecesor cargado de historia y nostalgia contando sus días para permanecer sólo en la memoria.

Esta es la instalación deportiva más costosa del planeta. Se notan a simple vista los 1.6 billones de dólares. Rememora la majestuosidad de un templo deportivo inspirado en las grandes construcciones romanas y griegas. El mejor adjetivo que se puede utilizar para describirlo: Prístino. Es decir; limpio, puro y original.

Al entrar por la puerta 4 adornada con un gigantesco escudo de la NY entrelazados el visitante encuentra el patio principal donde se hace una oda a la imponente historia de logros y gloria de la organización deportiva más exitosa del mundo.

Que difícil es no sentir escalofríos al ver gigantografías del hombre que cambio el rumbo de los deportes profesionales, Babe Ruth; o la imagen de la demostración de coraje más notable en un terreno de juego cuando Lou Gehrig dijo considerarse el hombre con más suerte en el mundo en el lecho de su muerte; o recordar el talento innato de Joe DiMaggio, Mickey Mantle y Reggie Jackson, además de decenas de imágenes de victorias y éxitos.

Es como entrar a una moderna máquina del tiempo. Una combinación de elementos del parque original, el parque remodelado y sus mismos espacios.

Al ver el terreno de juego uno sabe que una era ha quedado atrás. El denominado ¨frizo¨, la marca icónica del Yankee Stadium, ahora es el borde del techo de la tribuna principal en forma de herradura y los bleachers siguen estando en el mismo lugar, y los monumentos permanecen ahí bajo la pantalla de video más grande construida para un parque de pelota.

Finalmente ha llegado un nuevo siglo, un nuevo milenio, sólo que después de 9 años para los Yankees.















Falta algo


En Nueva York siempre hay esa sensación de que falta algo. A pesar de tener quizás el mejor estadio de las Grandes Ligas, reconozco que quizás no sea el más llamativo, colorido, agradable, amigable o lindo. Hay críticas por eso.

Es que esa es la idea de los Yankees. No es que sea lindo, sino majestuoso y glorioso. Si quieren un parque lindo, vayan a Pittsburgh y apoyen a los Piratas.

En mi recorrido alrededor del parque hablé con algunos fanáticos. No con fanáticos cualquiera, ni siquiera como yo, que soy un venezolano prestado a esta ciudad.

Esos fanáticos que hablan con ese acento descendiente del italiano y que dicen ¨fuck¨ tal y como nosotros decimos ¨verga¨. Esos que saludan con un ¨How you doin´!¨ en diferentes tonos.

Así que encontré al que tenía que encontrar en los bleachers, parte de las ¨criaturas del Yankee Stadium¨: Nick.

¨Los Steinbrenners le tienen que dar gracias a Dios que yo amo a los Yankees, pero esto que han hecho es una mierda¨ dice con su gorra desgastada.

¨¿Por qué?¨ pregunto con incredulidad.

¨Porque aquí faltan los fantasmas. Tu entras a este edificio y no sientes absolutamente nada. Yo voy al Yankee Stadium desde que tengo 10 años y ahora tengo 39 y cada vez que entraba al parque viejo sentías la energía de la historia, sabías en donde estabas sin que te dijeran nada, simplemente sabías todo lo que esas paredes y esos asientos habían visto. Aquí tienes a una corporación repitiéndote como más puede los éxitos del equipo y la historia para tratar de darle carácter al lugar cuando no tiene un carajo...¨

Yo pensé: ¡Wow, que radical es esta gente!. Varios de sus acompañantes asentaban con la cabeza y agregaban sus ideas que al final apoyaban lo que Nick decía.

¨Falta algo, bro!...falta algo...¨ dice cerveza en mano.

Cuando en 1976 reinauguraron el Yankee Stadium, los locales echaban el mismo cuento. Que si el lugar había perdido la mística, que la versión anterior era la original, que no se notaba la inversión de tanto dinero, que ya no era la casa que Ruth construyó, etc. Esas frases duraron años.

Hoy, meses después de la apertura de la tercera versión del coso, las quejas son las mismas.

¨Es que en realidad ya no parece un lugar más del vecindario¨, me dice Angelo, un italiano del Bronx de 46 años.

¨Mira a tu alrededor. Este es un parque majestuoso en un vecindario que tiene su propio carácter y que ha permanecido intacto por al menos 100 años. El Bronx es una mezcla de razas en una jungla urbana. Hay desgaste alrededor que es parte del ambiente y el Yankee pareciera que desentona, sobre todo con los altísimos costos para los fanáticos desde una entrada de hasta $1,600 dólares por juego hasta una coca cola en 5 dólares.¨ explica.















Cochino dinero


Pero el verdadero fondo del problema en el Bronx es el dinero. Son los altísimos costos para los fanáticos. Tanto que después de dos meses de temporada Hank Steinbrenner declaró: ¨En realidad creo que se nos pasó la mano. Debemos bajar los costos de las entradas¨.

El boleto más caro comenzó en $2,625 dólares y se crearon opciones de $1,300. Los bleachers iniciaron la campaña en 40 dólares y fueron reducidos a 14, sin embargo son los que se acaban más rápido.

Una cerveza en el parque puede costar desde 8 dólares hasta 11, depende de la marca. Un hot dog, dependiendo del tamaño de la salchicha, cuesta entre 5 y 11 dólares. Un refresco, depende del tamaño, tiene un costo entre 4 y 6 dólares y un trago de licor premium puede costar hasta 18 dólares.

Las variedad de opciones de consumo va desde pizza, sushi, cortes y fiambres hasta el restaurant NYY steakhouse, donde un filete de carne cuesta hasta 52 dólares.

Incluso puede optar por comer en su propio Hard Rock Café, donde por una hamburguesa y una bebida puede pagar hasta $40 dólares.

Este es el verdadero problema. Súmele a esto el costo del tren. Si prefiere llevarse su auto debe estar preparado para pagar 30 dólares por estacionamiento.

Definitivamente esta no es la ¨Casa que Ruth construyó, es ahora la ¨Casa que Jeter construyó¨. Ruth ganó en su carrera en las mayores de 18 temporadas $785 mil dólares.

Derek Jeter en 13 temporadas ha ganado la siguiente cifra: $161,230,000.

Los fantasmas del Yankee Stadium son ahora invitados en este nuevo edificio e irán llegando poco a poco, hasta que se vayan acostumbrando a su nuevo hogar.

El fantasma de Jeter y compañía estará presente en el bolsillo de cada uno de los que entra por esas puertas. Y el jefe de los nuevos fantasmas es el de George Steinbrenner, el que acecha a cada persona que porta algo con el escudo yankee.

Pero son estos fantasmas los que durante más de 100 años han hecho majestuosas construcciones, equipos ganadores y leales fanáticos. La fórmula para lograr 26 títulos absolutos de este deporte.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
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