Clásico Mundial: Mezcla de sentiemientos

Japón y Corea del Sur son los principales animadores de la ronda semifinal del Clásico Mundial de Béisbol 2009 en Los Ángeles


Ya lo he dicho en muchas ocasiones. El Clásico Mundial de Béisbol es un torneo en pañales y no tiene comparación con ningún otro evento.

Yo más o menos lo pongo al lado del Mundial de Fútbol en sus inicios en los años 30, cuando comenzó a crearse la tradición de que los atletas representaran a sus países para disputar el título, más o menos, absoluto en un deporte.

Al llegar a Los Angeles para las semifinales y final, la impresión de fanáticos, periodistas y jugadores es la misma: una mezcla de sentiemientos.

Por un lado hemos visto a países como Corea del Sur, que ha desarrollado un talento en equipo tan impresionante que es capaz de derrotar a cualquier equipo en el planeta desde el nivel olímpico/amateur hasta las Grandes Ligas.

Entre los coreanos, el Clásico ha sido un éxito rotundo, despierta pasiones, arrastra multitudes y es un evento de importancia internacional.

Tal y como lo és para Venezuela, cuya clasificación a la última etapa coloca al país como uno de los mejores 4 exponentes de este deporte en el planeta, siendo este su mayor logro en el béisbol. La pasión vinotinto se siente de igual forma en las tribunas que en el dugout del equipo y la meta de todos es alzar ese gigantesco sentimiento nacional que caracteriza a los venezolanos.

Para Japón, su actuación en el Clásico ratifica que su propia manera de jugar al “yakiu” es de calidad sobrada, y aún con ausencias de otras de sus estrellas, han tomado muy en serio la meta de repetir como campeones. Esto tras lograr una hazaña en la pelota internacional muy, pero muy pocas veces vista y que seguramente será difícil de repetir: eliminar a Cuba tras dos blanqueos consecutivos.

Por el otro lado, en Cuba es preferible no mencionar este tema por lo menos en los próximos cuatro años. Acá el sentimiento de haber sido eliminados y no terminar un torneo de esta categoría entre los primeros cuatro lugares es un asunto de seguridad y deshonra nacional y hasta traición. Aún cuando la calidad y ganas del equipo fue sobrada.

El béisbol es una religión en Cuba y hasta se mezcla con la política. Hace unos días Fidel Castro hacía las veces de analista de béisbol en sus ya famosas “Reflexiones del Comandante”, demostrando primero que ya le faltan “metras en el frasco”, y segundo que de béisbol no sabe un carajo.

Fidel sugiere que por el hecho de los jugadores cubanos son “aficionados” y se deben a su bandera, estos son mucho mejores que sus similares capitalistas que se han entregado al profesionalismo, como los peloteros de grandes ligas, porque estos son “mercancías que se compran y se venden” y no juegan con verdadera pasión, criticando incluso a los venezolanos.

Pues amigo Fidel, una vez más se equivocó. Y según las declaraciones de la semana pasa de Chávez donde alaba al equipo vinotinto, creo que al fin ambos discrepan en un punto.

Si, no hay duda que los jugadores cubanos tienen un altísimo nivel de competencia y podría la mayoría de los seleccionados jugar a nivel de Grandes Ligas y ser estrella. Si es verdad.

Pero es hora de reconocer que otros fueron y son mejores. Por ejemplo Japón y Corea del Sur.

Por si aún no se lo han leído, su periódico Granma publicó como nota de primera página tras la eliminación:

“Todo nuestro pueblo vivió intensamente cada jugada del decisivo partido de la madrugada pasada frente a Japón, en el cual el equipo asiático nos dejó fuera de las posibilidades de seguir avanzando en este II Clásico Mundial.”

A buen entendedor, pocas palabras.

Falta de tradición yankee

La mayor mezcla de sentimientos está en los Estados Unidos.

Los equipos, los jugadores, la prensa y los aficionados de este país simplemente no se tragan totalmente la idea de ver a Derek Jeter o a David Wright con otro uniforme que no sea el de su equipo de Grandes Ligas. El celo incluye a la selección nacional.

Todos desean que el torneo acabe rápido ara que cada uno regrese sin lesiones a ayudar a sus respectivos equipos. Increíble pero es así.

Pero bueno, tenemos que respetar a cada cultura. Todos vemos a través de un cristal distinto.

La estrategia del equipo y el manejo del equipo norteamericano está acorde con las exigencias y limitaciones que cada club de Grandes Ligas impone. Incluso el mánager Davey Johnson llegó a decir que no esperaba que sus jugadores dieran el 100% porque para ellos, el Clásico es parte de un circo al que se prestan durante los estrenamientos primaverales.

Mientras que en el resto de los países participantes el Clásico es uno de los eventos de mayor importancia y orgullo patrio en sus historias deportivas; el país fundador, organizador, financiador y propulsor aún trata de entender de qué se trata todo.

En este momento, se le da más cobertura en los medios al torneo final de baloncesto universitario que a la máxima competencia mundial de béisbol, el llamado “the great american pastime”.

Los norteamericanos se asombran por los abucheos a Magglio Ordóñez en Miami, por la energía de la plena boricua en las tribunas, por la emoción entre los venezolanos cuando el Kid Rodríguez sale a calentar en el bullpen y por la masiva presencia de los Coreanos y Japonesés para ver a sus representantes.

Simplemente no lo entienden. Y les tomará tiempo para entenderlo. Poco a poco.

No fue hasta que David Wright conectó un imparable remolcador de dos carreras para dejar atrás a un gran equipo de Puerto Rico, que los sentimientos patrióticos gringos se sublevaron.

Fue en ese momento cuando el público, los equipos y la prensa dijeron: “Épale, los demás países son mejores que nosotros en nuestro juego... ¡Hay que hacer algo!”.

Final de película

En el Dodger Stadium de Los Ángeles se combinan cuatro ingredientes para esta recta final: honor japonés, ánsia coreana, frustración norteamericana, y pasión venezolana.

A ésto sumemos lo que ha quedado atrás: satisfacción holandesa/antillana, desgracia dominicana, impotencia boricua, deshonra cubana, confusión mexicana, deseos australianos y aprendizaje surafricano, chino y taiwanés.

Además de la atención que ha tenido de otros países y el clamor incesante de los fanáticos por incluír países como Nicaragua, Colombiam, Brasil y España.

El béisbol es un deporte que apenas tiene alrededor de 100 años consolidado sólo en pocos países y que su crecimiento en los últimos 30 años ha sido vertiginoso, comparado con otras disciplinas.

Si, existen y existirán diferencias entre los organizadores, el concepto que cada país tiene del torneo y lo que se espera de él. Pero la meta de todos los involucrados va más allá del título.

Este fin de semana se juega en el valle de Chavez-Ravine, hogar del Doger Stadium, no sólo el cetro mundial del mayor nivel de la pelota, pero también la continuación del sueño expansionista del béisbol internacional.

Es sólo el inicio de todo, y ya estamos en el medio de las estrellas y los estudios de cine. Lo que pase este fin de semana quedará ya enlatado y listo para el recuerdo.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Saludos Leonte, Soy Kenny Nunez, Te escribo desde Republica Dominicana.
No Sabía nada de que eres periodista investigador sobre béisbol, genial.

Aqui hay muchas informaciones muy importantes y diferentes se ve muy bien.
Muchos exitos y felicidades

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