La Joba-manía en el Bronx


El béisbol, así como la vida misma, se revitaliza. Esta temporada ha sido de transición para los New York Yankees. 7 lanzadores provenientes de sus granjas han debutado con el equipo grande en esta temporada. Entre ellos se destaca uno cuya mejor herramienta no es su recta de 100 millas, sino el corazón y el empeño que puso para llegar a las mayores. Hablo de Joba Chamberlain.

¿Qué clase de nombre es Joba? Este chico nació el 23 de septiembre de 1985 en Lincoln, Nebraska y fue bautizado como Justin. Con el paso de los años, tuvo una sobrina que cuando niña no podía pronunciar su nombre y le llamaba “Joba”. Eventualmente se quedó con este apodo, y tanto le gustó que cambió su nombre legalmente. De hecho no se pronuncia Joh-ba, sino Jah-bah. Como “Jabba The Hutt”, de la Guerra de las Galaxias.

Hoy es lafigura más popular en Nueva York. Con menos de 20 entradas lanzadas en su carrera en las mayores, y con un Alex Rodríguez que se encamina a otra temporada como el Jugador Más Valioso, Joba ha desatado la fiebre de los fanáticos alrededor del Bronx, quienes esperan con ansiedad el momento de presenciar la actuación de la nueva “arma secreta” de los Yankees.

Chamberlain es hijo de un extrabajador de la Penitenciaría de Nebraska, quien desde 1991 quedó limitado a una silla motorizada por una poliomielitis que lo ha mantenido bajo tratamientos y lleno de limitaciones físicas desde su niñez. Su padre Harlan, un indio americano perteneciente a la tribu de los Winnebago, se divorció de su madre cuando el pequeño tenía 3 años. Con recursos muy limitados y viviendo en pobreza transcurrió la vida de este chico que tuvo que trabajar desde muy joven como limpiador de baños.

“Nunca tuve las cosas que otros tenían y mi padre lo dio todo por nosotros”, recuerda
Chamberlain en una entrevista con el New York Post. “Mi padre nunca se quejó y por eso lo admiro. Uno se convierte en la persona que sus padres crían. He comprendido
que en la vida y en el béisbol nada llega fácil”.

Joba y Harlan compartieron la misma cama durante 11 años en un pequeño apartamento de 2 habitaciones. “El dinero era muy escaso en nuestra casa, pero al menos nos teníamos unos a otros y nos dábamos apoyo para seguir adelante”.

Chamberlain no fue prospecto sino hasta hace apenas 3 años. Tras su graduación de la secundaria era un chico con sobrepeso, sin embargo su brazo le sirvió para conseguir
una beca para una universidad comunitaria.

Tras su constante trabajo en el terreno, logró transferirse a la Universidad de Nebraska, y de allí logró jugar la Serie Mundial Universitaria. Llamó la atención de los Yankees quienes lo firmaron por 1.1 millones de dólares. La vida de esta familia indígena cambió.

Su impacto en el equipo y la fanaticada ha sido más que notable. Su debut con el equipo grande se produjo en Toronto el 7 de agosto ponchando a 2 contrarios en 2 entradas. Tres días después enfrentó a 6 bateadores de los Indians ponchando a 4.

El día 13 fue esperado con los brazos abiertos en casa. Cuando fue anunciado por los parlantes del Yankee Stadium por vez primera, los fanáticos cantaban: Jo-ba!, Jo-Ba!
Algo totalmente inexplicable para un jugador con sólo 4 entradas de experiencia.
La búsqueda de un amuleto para esta temporada y la esperanza de un jugador sólido para el futuro de la organización desataron la Joba-manía en el Bronx y sus alrededores.

Creo que a ningún jugador en la historia del juego con sólo 7 entradas de experiencia le han comercializado su camiseta. Le pregunté a una vendedora de la tienda oficial de los Yankees cuantas camisetas con el número 62 se habían vendido en la semana entre el 28 de agosto y el 5 de septiembre y me dijo que quedaban pocas de un primer cargamento de 5 mil. “Tuvimos que sacarla a la venta rápido, porque en los primeros días del chico con el equipo, ya miles de fanáticos las habían mandado a hacer, incluso ya se vendían por la calle, de tal forma que el equipo las hizo oficiales”, dijo uno de los encargados del Yankees Clubhouse Store.

Pero, ¿qué trae este chico para desatar tanta locura? Bueno no es normal ni fácil conseguir un lanzador cuya recta alcance las 100 millas. El día de su debut marcó 101 en la pistola de la televisión. Pero más allá de su velocidad, el dominio de su recta es la clave de su éxito. La pone donde quiere. Además, cuenta con un slider que le quiebra en el plato a 90 millas y un cambio que baja entre 80 y 83 millas. ¿Alguien quiere ponérsele enfrente?

El manager de los Yankees, Joe Torre, implementó las “Reglas de Joba”. Inicialmente
dijo que tratarían al chico con mucha cautela porque decidieron cambiarle su rol como abridor a relevista, así que dejarían descansar su brazo un día por cada entrada que lanzara. Pero la falta de solidez en el relevo intermedio del equipo hizo que Torre (días después) reconociera que quizás sería bueno utilizarlo cuando sea necesario para darle más confianza en su nuevo rol. Se rumora que podría ser el futuro cerrador del club en una época cuando el desgaste de Mariano Rivera comienza a verse.

El viernes 7 de septiembre, los Yankees jugaron en Kansas City. Harlan Chamberlain viajó por tierra desde Nebraska para ver a su hijo lanzar por primera vez en las mayores. Cuando en la séptima entrada Torre llamó al bullpen y el número 62 se acercaba al montículo, las lágrimas de aquel hombre en silla de ruedas reflejaban el recuerdo de la perseverancia, el orgullo de quien cumplió una misión y la esperanza de que los años más difíciles habían pasado.

“Nunca olvidaré este día, 7 de septiembre de 2007”, dijo Harlan. “No puedo poner mis pensamientos en palabras”. En sus primeras 14.1 entradas de labor en 11 juegos, Chamberlain no había permitido carreras y ha abanicado a 18 bateadores. Joba es el reflejo de una vida de sacrificios por parte de un hombre con situaciones adversas.

Una lección para muchos y una historia parecida para otros. Para el nuevo Yankee se abre un libro cuyas páginas se escribirán con el tiempo.

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